Pilar Quintana, “La rumba, son, palo muerdo”
Pilar Quintana, “La rumba, son, palo muerdo” (Puñalada trapera: Rey Naranjo Editores, 2017)
¿Qué es? Un anciano irlandés vive en un lugar con selva y mar que, por otras obras de Quintana, podemos suponer que es el Pacífico colombiano. Allí lo ha afectado una enfermedad que lo ha hecho perder control de su cuerpo: ahora se mueve en una silla de ruedas y “a veces podía sostener la cabeza erguida”. Se pasa el cuento buscando a su esposa, Rosa, dentro de una casa vacía, poblada por gente ausente y por recuerdos de todo lo que hizo al construirla. Al final, sale a buscar a Rosa a una quebrada.
¿Qué me gusta? La narración, el sentido de ausencia y la escena final. La narración es precisa, sin giros retóricos mal usados. Solo un narrador experimentado empezaría el cuento así: “Soñó que estaba sonando esa canción que dice «La rumba, son, palo muerdo» y cuando se despertó estaba sonando «La rumba, son, palo muerdo»”. Esperamos un contraste entre la primera parte de la oración y la segunda, y el impacto viene de que no lo hay. La coincidencia entre los sueños y la realidad es total, pero no porque los sueños se hayan cumplido, sino porque han perdido la capacidad de exceder la realidad. Es un reflejo de la vida del protagonista.
El sentido de ausencia me gusta. El único presente en la narración es el protagonista. Ni siquiera sabemos su nombre. Los demás personajes aparecen solo como recuerdos aislados. Rosa aparece a través de la preocupación por encontrarla. Me gusta que no la haya encontrado. Se siente más presente así.
La escena final me parece muy buena. Cuando el protagonista llega a la quebrada, no ve algo que se parece a Rosa flotando en el agua: ve a Rosa. La narración la describe flotando “boca arriba y muy quieta” y solo después nos damos cuenta de que no es ella, sino una ilusión, seguramente provocada por el anhelo de encontrarla.
¿Qué no me gusta? El momento final. El protagonista entiende mal las letras de las canciones, y el título viene de uno de esos malos entendidos (lo que en inglés se llama un mondegreen). Él entendió “La rumba, son, palo muerdo”, cuando la canción dice “Las tumbas son pa’ los muertos”. Al final, ahogándose, entiende la letra original. Y el texto añade: “Entendió incluso la ironía”. Resolver el acertijo en ese momento cumbre me parece que les quita poder a las expectativas que se han generado. Una pista sobre el origen de las letras, y la confirmación al final de que las entendió, creo que generaría un impacto mayor. Pero es un punto pequeño, muy subjetivo. El cuento es bueno.
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