Orlando Echeverri Benedetti, “La lumbre en mi vientre”


Orlando Echeverri Benedetti, “La lumbre en mi vientre” (Puñalada trapera: Rey Naranjo Editores, 2017)

¿Qué es? Isabel cuenta la historia de su papá y de cómo el esposo de su mamá lo asesinó. Ella empieza la narración a la deriva, luego de que se le termina una relación de doce años porque su novio la deja por otra mujer. Se va a vivir con su mamá en Norfolk y consigue allá un trabajo brillando los pisos de un aeropuerto por las noches. Su mamá le cuenta en detalle quién era su padre, cómo se conocieron, cómo José Alarcón lo asesinó. La mamá de Isabel muere al poco tiempo e Isabel decide visitar a José Alarcón, que vive en un hogar de ancianos en Detroit. José resulta ser una persona agradable y atenta. La conversación es breve y fragmentaria, pero hace caer en cuenta a Isabel de que las historias de su mamá no eran precisas. En un momento, Isabel no soporta más la conversación y se va.

¿Qué me gusta? Los detalles y los símbolos. La narración incluye unos detalles que la hacen sentir tanto concreta como sugerente. Por ejemplo, la mamá de Isabel muere en un hospital naval “cuya fachada tenía aspecto de juzgado”, “en una cama impoluta con vista al río Elizabeth” (p. 149). Cuando Isabel llega al hogar a visitar a José, en las “paredes se anunciaban actividades y eventos fuera de fecha” (p. 154). Cada uno de estos detalles hace más palpable la descripción y a la vez profundiza los temas: por ejemplo, Isabel terminará por juzgar a su mamá… que muere en un hospital con apariencia de juzgado.

Algunos de estos detalles se convierten en símbolos que enriquecen la trama. Por ejemplo, el título habla del vientre, y esta palabra aparece cinco veces en el cuento: para referirse al vehículo brillador de Isabel, que tenía un cepillo en el “vientre” (p. 148); cerca del final, dos veces habla Isabel de su vientre (pp. 155, 160), cuando siente que se mueve adentro un “fluido”; y cuando José describe la muerte del papá de Isabel, pues el hermano de José mató a la perra del papá de Isabel al abrirle el “vientre” con un cuchillo (p. 159). Esta repetición convierte el vientre en un foco de la vida, de la ansiedad, de la muerte.

Algo semejante ocurre con un chocolate: en un gesto que sorprende a Isabel, José le pone un chocolate en la mano, “como si se tratara de un frágil animal silvestre” (p. 156). Isabel lo abre, pero no logra comerlo, porque tiene una lámina blanca que sugiere que está dañado. Al final de la historia, ella lo tiene apretado en la mano. El texto nos invita a entender que los gestos de cortesía de José pertenecen a otra época y parecen ya “echados a perder” (p. 156) en esta… y que Isabel no renuncia a la posibilidad de apreciarlos (mantiene aferrado el chocolate), pero a la vez los considera repelentes. Es un recurso muy bien logrado. De todos los textos de Puñalada trapera, este es el que más he notado que trabaja así con los símbolos.

Comments

Popular posts from this blog

Vallejo desde el desbarrancadero

María Fernanda Ampuero, “Subasta”

Andrés Neuman, “Fumigando en casa”