Gloria Susana Esquivel, “La huésped”


Gloria Susana Esquivel, “La huésped” (Puñalada trapera: Rey Naranjo Editores, 2017)

¿Qué es? La narradora llega como huésped donde una pareja de amigos: Juana y David. Está convaleciendo tras terminar una relación con Luis, que es, además, el mejor amigo de David. Sus anfitriones la tratan como una niña: la felicitan por estar firme ante el fin de la relación con Luis, la premian con un oso de peluche y una mariquita, le hablan como a una niña y David hasta comenta que algo que hacía con ella era “la mejor actividad padre e hija del mundo” (p. 167). Es una relación de confetti y algodón de azúcar que pronto llevará a un matrimonio en una notaría, pero no está exenta de problemas y tensiones. La narradora pasa ahí unos días, piensa cómo excusarse de la boda para no ver allí a Luis con una nueva pareja y al final se escapa con un gesto juguetón que se imagina que va a ser objeto de una conversación entre Luis y David.

¿Qué me gusta? El humor y la ausencia de explicaciones. El cuento es muy divertido. Aun en medio de tensiones, me reí con los detalles ingeniosos que texturan la narración. La manera en que Juana y David tratan a la narradora es divertida… y a la vez despótica tipo George Orwell. Y la narradora tiene ocurrencias graciosas como esta: “si David fuera un tono sería gris. Si David fuera una bebida sería Pepsi. Si David fuera un animal sería un orangután miniatura. Si David fuera una dolencia sería conjuntivitis” (p. 166). El cuento me hace pensar en los textos de David Sedaris.

Me gustó también la ausencia de explicaciones. El típico cuento empieza por decir quiénes son Juana y David, quién es Luis, qué pasó. Aquí nos zambullimos directo en lo que está ocurriendo y la narradora no ofrece explicaciones. Vamos entendiendo quiénes son los personajes y qué ha pasado entre ellos. Se siente como una verdadera ventana a una situación en marcha. Nosotros tenemos que marchar a la velocidad de la situación para entenderla.

¿Qué no me gusta? La falta de eventos contundentes. El cuento empieza con un regalo que recibió la narradora de Juana y David: “Primero fue un oso de peluche”. Vienen otros regalos y al final ella les hace su propio regalo: “un fajo de billetes de monopolio y una vajilla de juguete sobre la mesa del comedor con una nota que decía ‘Para que sigan jugando a la casita’” (p. 168).

Esto pareciera darle una estructura narrativa al cuento, pero es más un marco que una serie de eventos que capturen a los lectores. Lo que nos captura es el ingenio de la narración, la manera en que la narradora reflexiona sobre su vida, las cosas que le pasan. Dirán que es un “slice of life”, pero otro “slice” se hubiera podido enfocar en eventos más retadores: el reencuentro con Luis en la boda, por ejemplo, a pesar de los intentos de escabullirse. Como está, el texto lee más como un correo electrónico genial que escribe una amiga que es ocurrente y vive de una manera que siempre le pasan cosas dignas de contar. Aun así, es divertido. Lo he recomendado y vale la pena leerlo. Pero pudo haber sido más memorable como cuento. Vuelvo a pensar en Sedaris, cuyos textos son más memorias que cuentos.

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