Antonio García Ángel, “Jabalíes”
Antonio García Ángel, “Jabalíes” (Puñalada trapera: Rey Naranjo Editores, 2017)
Empiezo un ciclo de textos cortos sobre cuentos, publicados en distintos lugares. Me enfoco en dos o tres preguntas.
¿Qué es? El narrador iba a una cena con su esposa, Cristina, pero en cambio pasa una noche frenética que empieza con un partido, incluye una visita a un prostíbulo y termina con un carro accidentado, todo esto con Jaime, un amigo de esos que los padres llamarían malas influencias. Las complicaciones van aumentando hasta que el narrador termina donde empezó: montado en un taxi, malherido, de regreso a casa.
¿Qué me gusta? La voz y el ritmo. Ambas funcionan muy bien. El cuento no es una sola oración, como en cierta prosa experimental, pero se lee como si lo fuera: oraciones cortas, aceleradas, que empujan la trama de un lugar a otro y chocan contra las distracciones como un fastidio imposible de evitar. Y la voz es coloquial, a veces muy sincera, a veces lista para pelear y otras veces lista para rendirse.
¿Qué no me gusta? No veo por qué el narrador cuenta la historia. Narra todo lo que sucede, de principio a fin, mientras viaja en taxi a su casa. Pero ¿por qué? No me parece creíble que se cuente a sí mismo todo el cuento (especialmente porque explica ciertas cosas como si le hablara a un tercero: Mónica es una “prima de ella, que es una vieja boba”, por ejemplo). Tampoco había alguien a quién contárselo. ¿No sería mejor contarlo todo en tiempo real, mientras sucedían las cosas?
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